En agosto de 2013, el Arzobispo de Mendoza, Mons. Carlos María Franzini, propuso a los sacerdotes que participaron de la JMJ de Río de Janeiro, un gesto misionero de jóvenes para jóvenes, que recogiera el estímulo generado a partir de la Jornada Mundial de la Juventud, y que expresase concretamente el compromiso renovado y sostenido de nuestra Iglesia Arquidiocesana. Así fue como surgió la Misión Joven Mendoza 2014, bajo el lema “Poné Fe”.
Luego de haber transitado las dos primeras etapas de esta Misión —local y decanal—, en las cuales participaron cientos de jóvenes de cada decanato, comenzamos a prepararnos para la etapa diocesana. La propuesta es recapitular lo vivido en las etapas anteriores, mediante un encuentro de todos los jóvenes de la Arquidiócesis. Habrá una gran convivencia en la ciudad de Mendoza desde el viernes 3 al domingo 5 de octubre, en la que los jóvenes se alojarán en varios colegios de la ciudad. Algunas de las actividades que se llevarán a cabo esos tres días son: momentos de adoración eucarística, catequesis, misión por modalidades en distintos lugares de la ciudad —hospitales, cárceles, parques, plazas y calles—, festivales de música, etc. Se espera alojar aproximadamente a 3000 jóvenes misioneros, a los que se sumarán varios miles más para la fiesta diocesana del domingo 5.
La organización del evento es coordinada por un equipo de jóvenes laicos y de sacerdotes, que trabajan en tres grandes comisiones: Infraestructura, Formación y Comunicación. A lo largo del año, nos hemos reunido periódicamente para poner en común los avances de cada comisión y debatir sobre la mejor forma de llevar a cabo la Misión Joven. En los últimos meses, nos hemos abocado principalmente a la etapa diocesana. Hay que tener muchos aspectos en cuenta, tales como el alojamiento de los chicos en los colegios, los lugares públicos que se van a usar, la formación que se les dará a los jóvenes, las inscripciones, el kit que se les entregará, etc.
Para organizar un evento de tal magnitud, hace falta ganas, tiempo, disponibilidad y, sobre todo, visión sobrenatural y confianza en Dios: así sabemos que todo el esfuerzo y tiempo invertidos no serán en vano. Habiendo tantos jóvenes que buscan a Cristo, queremos ayudarlos a encontrarlo en un enfermo, en un preso, en la calle, en los parques, en el arte o en las redes sociales: en todos los lugares donde los jóvenes se puedan sentir solos o marginados. Creemos que éste es el punto fuerte de la Misión Joven, que no es otra cosa que llevar a cabo la nueva evangelización a la que nos anima el Papa Francisco.
En una ciudad, en un país y en el mundo entero, son los jóvenes los que tienen la energía para sacar adelante cualquier emprendimiento. ¿Cómo no aprovechar esas ganas y ese impulso para anunciar que todos estamos llamados a la felicidad, es decir, a la santidad? Sólo Dios sabe la repercusión que tendrá esta Misión en cada joven, en cada parroquia, en cada comunidad; pero, cada uno de nosotros pondrá todas sus fuerzas para cumplir con el objetivo de la Misión Joven: concretar lo que nos pide Jesús: «vayan por todo el mundo a anunciar el Evangelio».
Esta última etapa no es el final de la Misión Joven, sino el comienzo: el empujón, para que los jóvenes comiencen a vivir una vida auténticamente cristiana: con ideales de santidad y de contagiar con alegría el mensaje de Jesús.
Equipo de Coordinación Misión Joven Mendoza 2014
Fuente: Arquidiócesis de Mendoza
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